En memoria de mi madre, que el pasado 23 de Noviembre, partió hacia el valle de la eterna juventud
No importa que mis ojos se cierren a la luz
Y que la tierra se adueñe de mi cuerpo inerte
Si en el jardín que se esconde en el azul
El alma, entre un rosal y un abedul
Vivirá junto a ellos para siempre
La soledad que corrompe sentimientos
Sepultura la darán junto a mi cuerpo
Rezarán los labios con recogimiento
Allá en la casa de los muertos
Llorarán con piedad los ojos
Sobre los tristes e inútiles despojos
Y radiantes llegarán desde lo alto
Voces melodiosas llenas de beldad
Para arropar con su bello canto
El paso de mi alma hacia la eternidad
No importa que mis ojos se cierren a la luz
Y que la tierra en sus entrañas me devore
Pues liberado el espíritu del peso de su cruz
Volará sin angustias ni temores
Hacia el valle de la eterna juventud