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2 mar 2016

LA MESONERA Y EL SOLDADO


De nuevo está con Vds.
este humilde trovador,
para contar un suceso
que tiempo atrás ocurrió.

Esta era una moza recia
que se metió a mesonera,
una moza nada necia
pero arisca y altanera,
de pechos muy prominentes
y unas buenas posaderas.

Era muy corta en palabras
y larga en entendimiento,
y no le dolían prendas
si tenía que enfrentarse
a un altercado violento.

Moza tan bien plantada
era de hombres deseada,
mas nadie la cortejaba,
su fuerte temperamento
a todos acongojaba,
pues a más de un mozo bravo
le había cruzado la cara.

Un día llegó al mesón
un petulante soldado,
que presumía de ser
conquistador avezado,
y viendo tan buena moza
quedose regocijado,
sacando al punto sus dotes
de galán almibarado

Tenga a bien señora mía
servirme unas cuantas viandas
que vengo desfallecido,
entró diciendo el soldado
con poderío fingido,
y traiga “pa” remojarlas
una jarra de buen vino,
que he de aliviarme el gaznate
del polvo de los caminos.
Y venga a yantar conmigo,
que un moza tan fermosa
es dádiva generosa
para un soldado aguerrido.

No se afane su merced
en halagos y lisonjas
que éstas no son menester,
replicó la mesonera
con resoluta altivez,
pues enjundioso deber
es que atienda al parroquiano
lo mejor que se fazer,
tanto si es un caballero,
como si es un escudero
o solo es un mercader.

Y si acaso estáis pensando
que con lisonjas y halagos
mis favores vos tendréis,
coger no más el portante
y salir de aquí por pies,
pues esta jarra de vino
que para el gaznate es,
os tiraré a la cabeza.
¡Vive Dios! que así lo haré.

Pardiez que genio más bravo
la muchacha tiene agallas,
dijo para sí el soldado,
mas no se dio por vencido,
aun sin ganar la batalla
la guerra no había perdido.

Sosiéguese mi señora,
que barrunto que su genio
le está saliendo a deshora.
Yo soy del rey un soldado,
un hidalgo bien nacido
nunca en batallas vencido,
y esos bellos ojos negros
que me miran tan esquivos,
me tienen de vos cautivo
y a sus plantas, mi señora,
me postro rendido y cortes,
que el suelo que pisáis agora
yo he de besarlo después.

Mas sírvame ya el condumio
y bebamos sin mesura,
que bien merece un dispendio
tanta gracia y fermosura.
Y aún con escaso estipendio,
si es que a vos, señora mía,
un dislate no os pareciere,
aqueste soldado os diría
que desposaros quisiere,
que no es bueno mujer sin varón,
ni varón que solo anduviere.

Tanta palabrería
cautivó a la mesonera,
logrando lo que quería
el soldado calavera.
Y se la llevó al huerto
y la tomo por mujer,
más de desposarla nada,
igual que vino se fue.

Sobre un brioso corcel,
la joven vilipendiada
le siguió campo a través,
y mejor ya no les cuento
aquello que ocurrió después.
No más diré que la gente
aún recuerda con horror,
lo que hizo la moza burlada
con el villano traidor.

Y aquí termina la historia
de la mesonera recia
y el soldado burlador,
que a pesar de no ser necia,
fue atrapada en la estrategia
del astuto seductor.

Como siempre me despido
hasta mejor ocasión,
dando a vuesas mercedes
las gracias por su atención,
y rogando humildemente
una pequeña ovación.


2 comentarios:

  1. ¡¡Genial!!. Aquí va una gran (que no pequeña) ovación Plas, Plas, Plas

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  2. Totalmente de acuerdo con el comentario anterior. Genial, genial

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