A través de los cristales empañados
La adusta cara del frío se percibe
Burlando un otoño desgastado
Tras un sol que indolente le recibe
El áspero aliento de la noche oscura
Se desliza sutil por los tejados
Señalando el silencio su apostura
Con trazos de murmullos acallados
Al filo de la luz de amanecida
Un sol mohíno su andadura empieza
Cubriendo de una opaca recibida
El nuevo día que aún se despereza
Las cumbres elevadas hermosean
Con el blanco color de la inocencia
Y en el aire quejumbroso ya planea
Del gélido invierno la presencia
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