Aquella carta imprudente
Portadora de soledad
Apagó la llama ardiente
Y consumio sin piedad
El hechizo floreciente
Que en un corazón doliente
Un día quiso anidar
Hoy tu recuerdo me llega
Estéril en la distancia
Igual que un rayo de sol
Que oculto entre nubes altas
A dar su calor no alcanza
Al fragor de las heridas
Ya no suena mi lamento
Que en las brasas de la ira
Poco a poco se calcina
Empañando con pavesas
Algún audaz pensamiento
Tu arrogancia y poderío
Se retuercen acorralados
Taladrando mis sentidos
Pero escombros de martirio
Con rigor han sepultado
La gloria de unos amores
Que yacen hoy olvidados
Aquella carta imprudente
Marcó la hora final
Clavando estoque de muerte
En un renacido afán
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