Era un perro escuálido y pulgoso
Amigo de indigentes y golfillos
Que hacía las delicias de chiquillos
Pues era de cabriolas un virtuoso
Simpático y sociable aunque mugroso
Y un ladino ladrón de panecillos
Dormía entre cartones y en portillos
Y era astuto esquivando al malicioso
Y el perro que era libre como el viento
Dejó su libertad en el sendero
El aire cubrió con su lamento
El rumbo del errante compañero
Alzándose un hermoso monumento
En memoria del perro callejero
Lindo, lindo, lindo
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